Letras mayúsculas y minúsculas |
Es
muy difícil que encontremos a un niño que no sea capaz con sus medios y nuestra
ayuda de no sacar algún provecho de los beneficios de la lectoescritura. Ahora
bien, en la atención a la diversidad hay que tener en cuenta una serie de
condicionantes que, en ocasiones, pueden resultar definitivos.
Hago
estas reflexiones a raíz de una reciente experiencia: la exposición ante un
auditorio de profesionales de la educación de mi método CODES de lectoescritura
para alumnos con parálisis cerebral (con disartrias o anartrias y sin escritura
manual). En concreto alguna asistente me interpeló haciéndome la siguiente
pregunta: ¿Dónde están las mayúsculas? Yo le contesté que las introducía
paulatina y juntamente con sus correspondientes minúsculas. Pero la
asistente al curso lo que quería decir era que todo el método debería ser
implementado con letras mayúsculas. No le interesaba que el método fuese
sistemático y riguroso o que se siguiesen secuencias sintéticas, analíticas,
mixtas, cuál era el orden de introducción de los diferentes sonidos o cuáles
eran los requisitos para el acceso al ordenador para encarar con éxito el reto,
algo que es fundamental y definitivo. Tampoco me hizo alguna pregunta sobre las
condiciones favorables del contexto para el éxito como hogares motivadores,
fomento de la autonomía y de la interacción del niño con iguales, conocimiento
del vocabulario y del mundo, exposición a la letra impresa y un largo etcétera
previos a la consideración de si el aprendizaje de la lectoescritura se debe
abordar desde el empleo de letras mayúsculas o no.
Tres
cuestiones importantes:
Primero. Por otra parte, cuando estamos
refiriéndonos a diversidad, hay que rechazar ciertas actitudes dogmáticas y que, en
algunos casos, esas actitudes, a lo largo del tiempo, rayaron en el sectarismo. La
perspectiva del constructivismo sobre el aprendizaje fue una gran revolución:
el estudiante se construye su propio aprendizaje. ¡Cierto! Pero ¿cómo? Aquí
surgen los problemas. Hay un proceso dinámico, participativo e interactivo del
sujeto, de modo que el conocimiento llega a ser una auténtica construcción. El
constructivismo endógeno de Piaget se quedó en una construcción interna. A
partir de ahí surgieron unas discípulas (Nemirovsky, Teberosky y Ferreiro) que
trataron de sentar unas bases psicopedagógicas para la enseñanza de la
lectoescritura. Estas bases fueron aceptadas por un numeroso grupo de docentes
que hicieron de sus postulados casi una doctrina de fe. De tal modo que muchos
llegaron a creerse que no había salvación fuera de la Iglesia, de esa iglesia.
Estas
bases pueden ser asumidas en cierto grado, pero hay algunas totalmente rechazables,
porque no solo son inútiles para la atención a la diversidad, sino que se
oponen frontalmente. Así tenemos:
-
Los niños en edad preescolar ya tienen un
conjunto de conocimientos adquiridos con unas capacidades discursiva y
sintáctica próximas a la que tienen los adultos (¿?).
-
El lenguaje escrito, en la sociedad actual
tiene poco que ver con la escuela, aparece fuera de ella (Que aparezca fuera de la escuela no implica que no tenga que ver con ella. Esto es, de todo punto inadmisible).
-
El niño aprende por imitación y
participación en actividades adultas (siempre
que se le proporcionen las herramientas adecuadas, algo que no parece que
preocupe mucho).
-
Hay que aceptar como lectura y escritura
ciertas producciones infantiles que no lo son (dogma de fe).
-
No se aprende con métodos sistemáticos, se
aprende por necesidad comunicativa. (No me
resisto a comentar esto. Necesidad comunicativa tenemos todos, nos viene de
serie, valga la expresión; pero unos aprendemos bien, otros mal y otros regular).
-
El aprendiz es poco menos que un ser
omnisciente que necesita poco del maestro, el cual debe limitarse a conocer lo que
sabe el niño y a ponerle en situaciones de aprender. (La realidad y el día a día nos demuestra lo contrario).
Pues
bien, asimilen esto y lleven a sus mentes a un alumno con parálisis cerebral
disártrico o anártrico, sin posibilidad de escritura manual, sin interrelación
con sus iguales, con poco conocimiento del mundo y del vocabulario, precisamente
debido a la falta de interrelación con el entorno. El lenguaje escrito, a pesar
de lo que diga esta triada capitolina de esta religión lo aprenderá en la
escuela y probablemente tendrá la necesidad de un método sistemático y será, en
algunos casos, bastante costoso. Este alumno dista mucho de ser omnisciente.
Como, también, se puede deducir que será restringida su participación en actividades de
adultos y su necesidad de comunicación necesitará de ayuda externa para que se haga efectiva. Nos hemos olvidado del
constructivismo exógeno y del dialéctico (Esto solo es un constructivismo encorsetado y algo raquítico. Piaget tuvo el mérito de iniciarlo, pero al poco tiempo fue superado por nuevas aportaciones que avala la moderna psicología cognitiva). Nos hemos olvidado nada menos que de Vygotsky,
Bandura, Bruner, Ausubel, Mischel…. Nos hemos olvidado de que el niño aprende en comunidad a través de la interacción social, que esas herramientas
que necesita el niño para construir su aprendizaje les viene de la interacción
social para llegar, después, a la internalización (la mente absorbente de
Montessori). Que esta internalización es la precursora de la génesis de la zona próxima de desarrollo (el espacio situado entre las
habilidades que ya posee el niño y lo que puede llegar a aprender a través de
nuestra ayuda y del andamiaje que
construyamos para que se produzca).
Segundo. La generalización del aprendizaje como excusa baldía. Este
es un fenómeno por el que se supone que si se obtiene una respuesta a un estímulo, también se
reproducirá en presencia de estímulos similares. Pero no hay que olvidar que la generalización es
descriptiva, no prescriptiva. O sea, no siempre tiene que ocurrir lo esperado o
previsible. Si el lector se va a encontrar en un libro o en una pantalla un 99%
de letras minúsculas ¿cuáles son los motivos para enseñar lectoescritura con
mayúsculas? Este porcentaje indiscutible lo mantendremos a lo largo de toda la
vida. (Observen ustedes este escrito y la
proporción de mayúsculas que hay en él).
Tercero. Vamos ahora al objeto de estas
reflexiones y a cómo las introdujimos. Lectoescritura y mayúsculas.
Los
partidarios de utilizar la letra mayúscula para la lectoescritura aducen
que este tipo de letras se caracteriza
por tener menos y más simples trazos, que las letras mayúsculas facilitan la lectoescritura (sic, ¿qué
significa esto?), el niño puede copiarlas (escribir no es copiar ni dibujar) sin mucha dificultad al ser sus
trazos más sencillos (cierto) y que
todas las letras mayúsculas son más fáciles de distinguir. No podemos discutir
que los rasgos de las letras son más identificables. Esto, a priori, parecen
verdades indiscutibles, pero pensemos en la atención a la diversidad.
Todas
las actividades humanas se mejoran y avanzan porque nos replanteamos los
procedimientos y los resultados. ¡Eso está bien! En Pedagogía no replanteamos,
simplemente nos instalamos en la Ley
Pendular. La Ley Pendular es un principio pedagógico virtual por el que, cada
cierto tiempo, sustituimos una verdad indiscutible por otra opuesta que pasa a
ser indiscutible también.
Siempre
desde el punto de vista de que todos aprendemos de forma diversa, vamos a
exponer algunas razones por las que consideramos que el empleo exclusivo y no
simultáneo o con introducción más allá de los primeros momentos de la letra
mayúscula no es más efectivo y racional.
Consideraciones
para no enseñar la lectoescritura con mayúsculas:
-
Se esgrime que las letras son más fáciles
de identificar pues algunas se componen de dos trazos (L, T…. ). Es cierto,
pero esto es una razón de poco peso comparada con todos los inconvenientes que acarrea.
Sinceramente me parece una simpleza. Porque esto, precisamente, en alumnos con
dislexia (observen la ilustración del
artículo) es muy perjudicial. Recuerden: este artículo trata de
lectoescritura y diversidad.
-
Muchas de las letras minúsculas se componen
de trazos verticales y/o bucles. Si un alumno tiene dificultades en cerrar un
bucle va a tener muchas más dificultades, es fácil suponer problemas
psicomotores. Te lo dice la experiencia. Puedes, al principio, practicar
grandes trazos en la pizarra digital, si dispones de ella, o en la convencional para comprobar esto y para adiestrar en la preescritura.
Recordemos otra vez la atención a la diversidad: algunos alumnos a los que nos
referimos van a utilizar el ordenador para escribir. Les supone más problemas
escribir con mayúsculas que con minúsculas, tienen que pulsar la opción de
escribir con mayúsculas. Y, también, se acercan nuevos tiempos en los que
tendremos que replantearnos muchas cosas. He dicho replantear y no cambiar una
idea o un procedimiento por su contrario. (Para
pensar: en Finlandia ya no es obligatoria la escritura manual).
-
Los problemas de inmadurez en el desarrollo
psicomotor al pasar de mayúsculas a minúsculas se harán más patentes e
incitarán a la confusión.
- La lectoescritura requiere un entrenamiento
y empleo eficaz de la memoria de trabajo. En la escritura de mayúsculas se
levanta el lápiz para hacer los distintos trazos y en las minúsculas si es
ligada no, por lo que no obliga al alumno a repensar cada vez que levanta el
lápiz.
- El alumno, llamémosle diverso, necesita
rutina, orden y sistematización. En la introducción de las letras, en la
articulación del lenguaje, en las combinaciones de sílabas, en el orden de
aparición de los diferentes tipos de ellas, etc.
- Para finalizar, con toda humildad, cuando
en nuestra vida lectora nos vamos a encontrar con el 99% de letras minúsculas,
abordar la lectoescritura desde las mayúsculas más que una idea me parece una
ocurrencia. Hay quienes, desde esta perspectiva, pueden considerar un grave
error o, incluso, una aberración lo que acabo de escribir, pues permítanme que
yo opine justamente lo contrario.