Cuando Umberto Eco al hablar de cultura de masas distinguía entre apocalípticos e integrados, lo hacía en función de posturas antagónicas y reduccionistas y, como casi siempre, falsas. Del denuesto a la sublimación, sin lugar para otras posturas.
Asistimos últimamente a una efervescencia de eventos, foros, validaciones e, incluso, bendiciones sobre la accesibilidad web. Sin embargo se habla poco o nada sobre la accesibilidad a secas. Las personas con discapacidad física encuentran cotidianamente problemas por la falta de accesibilidad, no ya en su entorno inmediato, sino en los edificios públicos y en los centros educativos; donde no hay accesibilidad ni horizontal ni vertical en bastantes de ellos. Las leyes estatales y autonómicas, en muchos casos, obliga a estos sitios a ser accesibles, pero no lo son y, así, asistimos a la justificación de los centros educativos de escolarización preferente de discapacitados motóricos porque estos, teóricamente, son accesibles, propiciando modernos guetos, nuevas formas de segregación.
La accesibilidad web está muy bien :”La cultura de masas para todos”. Pero para qué quiere la accesibilidad web un alumno al que no se le adapta el acceso al ordenador, porque no hay un protocolo de actuación en estos casos, porque no se sabe qué hacer, porque no se le hizo un diseño ergonómico de su puesto escolar o de trabajo, porque necesita un joystick emulador del ratón que vale seiscientos euros, porque en su centro no hay profesores con la formación adecuada, porque………Si no puede acceder al ordenador en unas buenas condiciones o ni siquiera puede transitar por su centro porque no es accesible, o no puede ir de excursión en el mismo autobús que sus compañeros porque no está adaptado… ¿No hay una accesibilidad más básica, más primaria, más urgente?
No seamos apocalípticos, pero tampoco nos integremos en este mundo maravilloso a la procura de lo excelente y nos olvidemos de lo básico.
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