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Considerar la inclusión como el reverso ético
a la segregación nos lleva a resumir y comentar este artículo. Se trata del
artículo de Xabier Etxeberria titulado
Ética de la inclusión y personas con
discapacidad intelectual publicado por la Revista Española de
Discapacidad (Vol. 6, núm. 1: 2018).
Antes de resumir el artículo fijemos estas premisas:
a.-La exclusión existe.
b.-Hay diversos modos y grados.
c.-Hay diferentes motivos.
d.-La padecen personas y/o colectivos.
e.-En muchos casos se responsabiliza al propio excluido de la exclusión.
f.-El contexto donde se da incide de diferente
manera.
g.-Como consecuencia se producen unas vivencias
emocionales que afectan al excluido y a su familia.
h.- El mundo está diseñado por personas sin discapacidad
para personas sin discapacidad, por eso podemos afirmar que la discapacidad se
construye socialmente cuando se crean factores y circunstancias que determinan la exclusión.
i.- Concretando en la parcela educativa, que es la
que suele interesar a los lectores de este blog, la exclusión educativa
conlleva irremediablemente a la exclusión social.
Hasta aquí mis reflexiones.
El autor del artículo delimita de forma
esquemática-sintética en cuatro apartados estos mecanismos y su antítesis ética
que es la inclusión.
1.
Del hecho de la exclusión a la reclamación de la inclusión.
La
exclusión es moralmente indebida (daño injusto).
La
sociedad inclusiva adopta medidas para que nadie quede excluido.
2. Inclusión frente a la exclusión, y
reconocimiento.
Se excluye a alguien a quien se le destaca un rasgo
no asignable a su responsabilidad.
Se soslaya el criterio de dignidad atribuible a toda
persona.
Las acciones, o falta de ellas, que se toman pueden
estigmatizar a las personas con todo lo que eso conlleva.
Estas acciones pueden llevar implícitas que algunos
derechos solo son plenamente disfrutables por las personas que pueden ser integradas.
La consecuencia es la marginación social.
Frente a esas dinámicas injustas de mal
reconocimiento, el buen reconocimiento moral, el reconocimiento en justicia, es
el que se ofrece en formas que contrarrestan y reparan el reconocimiento indebido.
3. Inclusión frente a la exclusión e identidad.
Hay una conexión entre exclusión e identidad
(personal o de un colectivo).
La identificación que nos viene de los otros en la
forma de buen o mal reconocimiento solapa a la autoidentificación.
4. Inclusión frente a la exclusión y emociones.
En la exclusión hay intensas vivencias emocionales.
Hay un menosprecio al excluido porque la exclusión lleva implícita la
consideración del otro como ser inferior.
La falta de empatía la reconoce el sujeto excluido
como falta de solidaridad y es moralmente rechazable.
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