¿Diversidad? ¿Atención a la diversidad? ¿Qué atención? ¿Qué diversidad? Lo que es o lo que está fuera de la normalidad o de lo común ¿quién lo decide?
Llegué a hacerme estas preguntas después de haberme pasado por el blog Salirse de la fila. El hecho de controlar al diferente, el fin último de las sociedades civilizadas o de la Educación (la he puesto con mayúscula con intención), se basa en una mejora de la moral, en una prescripción de reglas de conducta que todos debemos cumplir, porque es lo que está bien.
Entonces, los profesionales del servicio y la ayuda para el cuerpo o la mente (maestros, médicos, pedagogos, sociólogos, psicólogos, curas, etc.) nos apresuramos a conseguir de las personas que se nos encomienda que cumplan con esas reglas, porque es lo que está bien.
Todos debemos tener unos hábitos saludables, debemos ir por los caminos por donde van los demás, tenemos que hacer lo que se espera que hagamos, porque es lo que está bien.
Debemos preguntarnos antes de hacer cualquier cosa si eso es normal, si recibiremos críticas o, incluso, castigo si lo hacemos mal. No debemos pecar por exceso ni por defecto, tenemos que actuar como personas educadas, porque es lo que está bien.
Si no hacemos lo que está bien el profe nos castigará, nuestra mamá nos llevará al psicólogo, el cura nos reprenderá o el médico nos dará unas pastillas para que hagamos lo que está bien.
Estoy seguro de que los lectores que lean esta entrada sabrán captar la ironía, que no sarcasmo, porque eso no estaría bien.
El vídeo que ilustra esta entrada lo explica muy bien.
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