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sábado, 6 de octubre de 2018

A propósito del Día Mundial de la Parálisis Cerebral

Logo del Día Mundial de la Parálisis Cerebral

Durante los días 5 y 6 de octubre en Lekaroz, localidad navarra situada en el Valle del Baztán se celebra el Congreso que organiza ASPACE con motivo del Día Mundial de la Parálisis Cerebral.
Aprovechando esta circunstancia quiero reflexionar brevemente sobre los que yo creo son los problemas por resolver, tanto en la inclusión educativa como social, de las personas con parálisis cerebral.
-El mundo está diseñado por personas sin diversidad funcional para personas sin diversidad funcional. El mismo concepto de discapacidad se construye socialmente. Más que una concepción generalizada para definir algo (p. e.: maternidad, vejez o padre) es un constructo determinado por nuestra ideología y conocimiento para que englobe las características de las personas que no consideramos normales. Esto es un grandísimo error, puesto que la normalidad no existe fuera de la estadística. Lo normal es ser distinto.
-En nuestro mundo sin personas con diversidad falta empatía y sin ella no podemos aprehender lo que significa diversidad. Si no te pones en el lugar del otro, si no te pones sus zapatos y haces un trecho del camino nunca sabrás lo que siente o por qué se comporta de determinada manera y mucho más cuando desconocemos la historia que hay detrás.
-Las personas con discapacidad afrontan la vida desde una perspectiva distinta: han de construirse su identidad con unas restricciones y limitaciones, en ocasiones, muy severas.
-Las personas que tienen parálisis cerebral se enfrentan a un vicio, por desgracia, muy extendido: el de la cosificación. Se le considera una prolongación de su silla, ignoramos sus sentimientos, inquietudes, casi las despojamos de su humanidad.
-Otro problema que sufren es el de la infantilización. Creemos que estas personas son niños eternos, angelitos. No: son personas, con las mismas inquietudes que nosotros, pero con unos problemas añadidos.
-Un problema muy grave es el de la institucionalización. Se puede resumir como que los organismos e instituciones se encarguen de las personas que no son como nosotros. No solo esto, sino que, a veces, fomentamos la dependencia en vez de la autonomía, consiguiendo con nuestra actitud un ser desvalido para toda su vida.
En el trato con las personas con parálisis cerebral deberíamos olvidarnos de las etiquetas y los prejuicios y actuar de la siguiente manera:
-Preguntar antes de prestar ayuda, puede que la persona no la necesite o no la quiera. Debemos fomentar la autonomía antes que la dependencia, ya desde niños.
-Cuando estamos ante una persona con parálisis cerebral nuestra manera de actuar debe ser como ante otra persona sin ella y mirarla de frente. No nos dirijamos a su posible acompañante y la ignoremos, es un grandísimo desprecio.
-Deberíamos esforzarnos por entenderlas. La comunicación de estas personas puede ser diferente e incluso problemática. Hay que procurar tener paciencia y no acabar las frases por ellas sin tener la paciencia para escuchar lo que nos quiere decir. 
-Nuestro mundo no está pensado para personas con problemas motrices. Tengamos esto en cuenta y respetemos los rebajes de los pasos de peatones y no aparcar en ellos ni aparquemos en las plazas reservadas para las personas con movilidad reducida, necesitan espacio y facilidades que para ti no son necesarios. Y, por favor, ten en cuenta que he escrito personas con movilidad reducida y no  minusválidos. Nadie vale menos que nadie.

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