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martes, 1 de abril de 2008

ADAPTACIONES CURRICULARES. DE LA NORMA AL CRITERIO

La evaluación de los alumnos con necesidades educativas a los que se les ha adaptado el currículo se ha hecho al amparo de un currículo abierto y flexible y desde la perspectiva de una evaluación criterial, es decir, aquella que se realiza en referencia a un criterio establecido ad hoc. Busca la comparación del alumno, no con respecto a objetivos establecidos en la etapa o nivel a que pertenece, evaluación normativa, sino que se hace respecto de sus propios rendimientos o resultados y de la evolución de estos. La promoción y titulación, en su caso, tenía lugar si se superaban los objetivos propuestos para todos los alumnos de la etapa.

Sin embargo, desde hace poco, diferentes comunidades autónomas han legislado que, también, la promoción se realice bajo criterios establecidos en las adaptaciones y no según el grado de cumplimiento de los objetivos de la etapa o nivel. Para la titulación, la evaluación no será criterial, sino normativa. Es bastante más lógico y bastante más justo, pero obliga a reflexionar y a considerar el valor de las adaptaciones y el de su propia dinámica (implementación, evaluación y seguimiento). Pero, sobre todo, obliga a reconsiderar actuaciones de rutina y de inercia propicia a la acomodación pedagógica en que caemos algunos profesores.

Esta cuestión debería generar, creo yo, un debate, digo debate y no polémica, pero esto no ha sucedido o, al menos, no se ha hecho con la profundidad y trascendencia que requiere la importancia de este asunto. En realidad, hay profesores que pasan tangencialmente por el problema y otros se escudan tras la salvaguardia de unas siglas (A.C., A.C.I., A.C.S., etc) o tras un asterisco en un expediente. No se tiene una conciencia clara por parte de algunos profesores de lo que realmente es una adaptación curricular; para bastantes es algo así como un artefacto virtual o un ente intangible o etéreo. No existen las estructuras y dinámicas adecuadas para atender a los alumnos con necesidades educativas específicas y a la diversidad en general. Esto es más palpable en la educación secundaria, donde hay un número importante de profesores que no saben lo que significa AC o el valor de los asteriscos y, francamente, con estos mimbres se pueden hacer pocos canastos.



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